"-Ya ve -dijo el taxista-, ese no puede decir nada. Ese encontró a su mujer en pleno engaño. No es como el otro, el que fue a buscar a la amante (una amante) al lugar donde trabajaba y le metió un balazo en la nuca por puras suposiciones.
-Así es- dijo el hombre que iba en el asiento de atrás.
-Es el destino -dijo el taxista-. ¿Usted se acuerda de un carro que cayó de la parte de arriba de la Avenida Libertador y escachapó a toda una familia que iba en otro carro por la parte de abajo y los mató a todos?
- No- dijo el hombre. No recuerdo nada. A ver, explíquese.
El taxista comprendió que su cliente iba borracho.
-Un carro- dijo el taxista-, un carro que cayó de arriba de un puente y le cayó a otro con toda una familia entera.
-Ah- dijo el hombre.
-Si señor. Como lo de anoche. ¿No sabe usted lo que pasó anoche?
-No- dijo el hombre. Yo soy periodista pero hay una cantidad de cosas de las que no estoy enterado.
-Anoche un carro militar tumbó la baranda de un puente y la baranda le cayó encima a un taxi. El taxista murió y el cliente, que iba atrás, resultó gravemente herido.
-No he leído nada- dijo el hombre que estaba sentado en el asiento trasero-. ¿Usted conoce a Esther Núñez?
-No, señor.
-¿No conoce usted a una concejal de Petare que se llama Esther Núñez?
- No señor. No la conozco. Yo no soy político.
-Siga derecho -dijo el hombre que iba sentado en el asiento de atrás-.No se pare. Siga. Yo le aviso.
-Si señor.
-Sí señor, ya lo creo. ¿Que haría usted si su amante le pone cuernos con el Presidente de la República?
el taxista se calló. Lo pensó. Después dijo:
-No sé. ¿Que haría usted?
-Yo la mataría.
Andrés Hurtado, periodista de treinta y ocho años, se recostó del asiento. Se adormiló. Cerró y abrió los ojos.
-Oiga, anoche un taxista mató a una mujer. ¿Qué dice usted de eso?
-Eso no es verdad. La mujer era una loca.
-¿Usted lo cree?
- Yo sí.
-Usted defiende a los de su clase.
-No. Yo estoy cansado de cargar locos en este carro...borrachos...gente despechada...gente adolorida...No creo lo que dice.
-Puede ser.
-Es verdad.
-¿Que opina usted de una puta?
-Lo mismo que usted. Este país es un puteísmo. ¿Es eso lo que quiere decir?
-No sé- titubeó Andres Hurtado-. Puede ser. ¿Así que no conoce usted a la concejal Esther Núñez?
-No. Para mí no hay política. Yo voto el día de las elecciones. Los otros días son nulos para mí. Yo si no trabajo no como.
-Déjeme en el Todo París.
-Todavía nos falta llegar.
-Déjeme en La Discoteca.
-La Discoteca la hemos pasado.
-Déjeme en cualquier parte. ¿No me puede dejar por aquí?
-Yo lo voy a llevar al Todo París
-Lléveme al Todo París.
***
-¿Qué hacemos con el negro ese?
-Ese negro no es culpable de nada.Para mí que patear a un muerto no es nada. ¿Qué puede sentir un muerto?
Los dos policías se bebían un café. La madrugada estaba llegando. Bebían café de un termo y miraban hacia el negro.
El negro había pasado la noche sentado en un banco. No había pegado los ojos y se le había oído exclamar que todo era una porquería. Llevaba dos días en la misma actitud.
-Yo al negro no lo encerraría-dijo uno de los policías-. Yo al negro lo dejaría ahí hasta que despertara. ¿Que dices tu?
-Yo no puedo opinar. ¿Pero a quien encerrarías tu?
-Al negro no. ¿Por qué?
-es difícil encerrar a alguien. sobre todo si ese alguien es casi como yo. O como tu.
-¿Te acuerdas de la mujer de anoche?
-Sí, claro.
-Esa mujer vino por aquí -dijo el hombre señalando el periódico-, y nadie dijo nada. Después se va y unos tipos ven que la golpean y la tiran por un puente. ¿Tu crees que el que manejaba el carro libre la lanzó por un puente?
-Yo no creo eso. Yo lo que creo es que la mujer estaba loca.
-¿Pero quién saca a ese hombre?
-Ponte tu a pensar.
-¿Quién lo saca a uno después que cae?
-Nadie.
-Aquí trabajaba Rufino y la prensa se pone a dar lecos: POLICIA VIOLA A NIÑA DE SIETE AÑOS Y DESPUÉS LA ASESINA DE DIECISIETE PUÑALADAS. ¿Qué haces tu?
-Nada.
-¿Qué coño voy a hacer?
-Y ahí esta Rufino.
-A ti te señalan y ya está. Sin embargo hay un putaje por ahí, con nombres y todo eso que se caen a golpes y no pasan ni un segundo en ese banco. ¿Por qué?
-Yo no sé. Hay un vagabundaje.
-Un vagabundaje. Eso es lo que yo digo. Y lo que dices tu. ¿Pero qué haces tú? Nada. La emprendes contra el negro. Y el negro lo que ha hecho es caerle a patadas a un cadáver. Entonces se encierra al negro. Y el otro no. No señor. Aquí el que esté jodido es uno.
-Yo no estoy jodido.
-¿Quién no está jodido? ¿Tu? ¿Entonces qué haces aquí? Vete por ahí de bonche y todo eso. Ve a ver si puedes.
-No lo puedo hacer.
-¿Ves? Pero al negro si lo van a joder.
-Claro.
-A alguien hay que joder."

Extracto del libro "La ciudad desnuda", año 1978. Páginas 25-30

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