Del libro "Escrito con odio",Pág. 97 en adelante:
"El venezolano no tiene inteligencia, imaginación, cultura, nada de eso; el venezolano lo que tiene son bolas, unas bolas bien puestas. Con las bolas es que se manda en Venezuela. En Venezuela nadie manda con la cabeza sino con las bolas. El venezolano yo no se si ha evolucionado. Creo que no. En mis tiempos de militante clandestino en contra de la dictadura fascista de Pérez Jiménez los camaradas me decían me decían:

-Hay que echarle bolas a la vaina.

Y lo mismo me decían en las guerrillas de El Charal en 1961:

-Hay que echarle bolas a la vaina.

Y en tiempos de Pío Gil era lo mismo, Cipriano Castro era un fanfarrón que gritaba y gritaba por todas partes y la gente decía:

-Las tiene así

Porque las bolas son el símbolo del hombre venezolano. Un freudiano diría que ese es un síntoma homosexualoide. Y a lo mejor tiene razón. Ya se conoce la definición que se ha hecho del Don Juan, que es un hombre que no confía en sí mismo y que a cada momento tiene que probarse que es hombre. Esa es una cuestión que heredamos de España y se nos ha quedado bien arraigada. Pío Gil no podía vivir entre boludos y se fue, se autoexilió por amor a su inteligencia y por dolor a perderla en un país de boludos, un país que era el suyo y que lo rechazaba por creer más en los testículos que en la cabeza. Pero así es la cosa y aún es así. Rufino Blanco Fombona, su contemporáneo, tuvo que amarrarse bien los pantalones porque sino lo matan. Rufino tuvo que matar y tambien se exilió. Rufino era un gran escritor y también creía más en la cabeza que en los testículos. Es asunto de creencia. En Venezuela el gritón, el discurseador y el que se baja los pantalones para mostrar lo enorme que tiene las bolas es el que tiene porvenir. Los demás, que somos una ínfima minoría, estamos jodidos . Nosotros no exhibimos las bolas en público. Eso es sagrado. Esos son unos órganos que rascamos cuando nos pegan las ladillas, porque a la verdad las bolas no sirven para nada, ni siquiera para empujarlas con el coroto ese que sí tiene su función y que es también cosa privada.
Este asunto de las bolas es el culpable del atraso de la nación. Desde Páez para abajo se ha mandado con las bolas. Y por esto nos robaron las tierras, extrajeron el hierro y el petróleo y nos hundieron en el pudridero y en el atraso. Nuestra universidad, un día por los "estudiantes" y otro por los "gobernantes", se la pasa cerrada. No obstante queremos independencia. ¿Pero cómo podemos conquistar la independencia? ¿Con qué gente, con que capacitación? Cuando a comienzos de siglo se descubre el petróleo, no hay un solo venezolano que sepa lo que es eso. Entonces vienen los yanquis, agarran a un pobre hombre, se lo llevan a Nueva York, lo acuestan con una puta y le dicen que firme un papel. Y por esa irrisoria cuca en la que nuestro hombre mete sus bolas entrega las tierras con el "oro negro". Un caso parecido cuenta Mariano Picón Salas en Regreso de Tres Mundos. Y más adelante, cuando nos convertimos en el primer exportador de petróleo del mundo, aún no sabemos lo que tenemos entre las manos. Un ministro es envenenado por llamar la atención sobre el problema y otro dice que no solo no cobramos el petróleo sino que pagamos para que se lo lleven. Y el patán Gómez, el dictador, dice:

-Los yanquis, que saben de petróleo, que hagan las leyes.

Y los yanquis con nuestra anuencia y con el beneplácito del dictador a quienes todos temen y adulan, se llevan el petróleo y encima cobran.
Todavía continuamos en el mismo tejemaneje.
Nos sobran bolas, pero nos faltan técnicos. Contamos con muchos machos, con muchos boludos, con muchos gritones, pero carecemos de estudiantes de verdad, de intelectuales con coraje para el trabajo, que es lo único que hace a una nación. Ahí estamos gritando mucho de liberación nacional, pero no trabajamos porque tenemos que echarnos aire en las bolas para mantenerlas debidamente refrescadas. ¡Joder, cuando pienso que a mi no se me quiere en mi país porque escribo estas cosas! Escribo sobre los cabrones y la gente pone el grito en el cielo. Escribo sobre los patanes y sucede los mismo. Escribo sobre un brujo que llegó a ser el principal consejero del presidente Crespo y me llaman inmoral y falto de respeto. Escribo un libro donde profetizo el fracaso de las guerrillas y me sueltan una cantidad de perros asquerosos. escribo unos artículos denunciando la falta de escrúpulos de los borrachitos que se dicen escritores y entonces me procesan y quieren encerrarme en una cárcel. Hablo de mis experiencias infantiles, describo lo que hace una mujer con mis miembros y un grupo que se autodenomina yo no se qué cosa de protección para la familia, enjuicia y encarcela al periodista que publica ese fragmento. De modo que me acosan por la derecha y por la izquierda. Los señores de Cristo Rey, el Opus o no se qué mierda me demandan y quieren verme entre rejasy los comunistas, los marxólogos y los borrachitos que gritan en los botiquines quieren verme acribillado. ¡Que cantidad de hijos de puta! ¡De donde habrán salido tantos!"

Revisé pacientemente el catálogo de la Biblioteca Central de la UCV en busca de Argenis. De todos los libros que tienen, concluyo:
1.-Las bibliotecas venezolanas y los encargados de sus catálogos tienen aún prejuicios con el asunto del "correcto uso del lenguaje" y los "best sellers": están muchos de sus libros, pero de los más leídos solo están Escrito con odio y Entre las breñas. La trilogía de la destrucción de un país (Relajo con energía, La amante del Presidente y El juicio final) brillan por su ausencia. Quizás los catalogadores se espantaron con el "lenguaje crudo y poco ortodoxo", por haber sido objeto de polémica en su momento o por ambas cosas a la vez.
2.-De todos los libros que tienen, solo uno presenta dos ejemplares y, por tanto, está disponible para préstamo circulante. Los demás están restringidos para ser leídos solo en las instalaciones de la biblioteca.
3.-Las ediciones son en muchos casos las originales, estando en su mayoría en buen estado, con la salvedad de Escrito con odio, ejemplar que se encuentra en muy mal estado.
4.-Podría decirse que la obra de Argenis presente en esta biblioteca tiene un carácter "académico", es decir, está seleccionada para dar una visión del escritor, con fines de análisis de su forma de escribir. Bastaría saber si en la Escuela de Letras o de Comunicación Social de la universidad, se analiza algo referente al autor.
En fin. Los libros con sus respectivas cotas son los siguientes:
1.-Bajo los cielos sin tiempo. Cota PQ840R42B3
2.-Donde los ríos se bifurcan. Cota PQ840R42D6
3.-El tumulto. Cota PQ840R42T8
4.-El viento y la lluvia. Cota PQ840R42V5
5.-Entre las breñas. Cota PQ840R42E5
6.-Escrito con odio. Cota PQ840R42M4
7.-La fiesta del embajador. Cota PQ840R42F54
8.-Los caminos nocturnos. Cota PQ840R42C3
9.-Otra confesión: Maldiciones. Cota PQ840R42O8

Todos los libros se encuentran en la Sala de Humanidades, en el sótano de la Biblioteca Central. Un buen sitio para leer, porque nunca hay nadie. Al parecer nadie lee, ni siquiera en las universidades de este país.

Prólogo que no puede saltar el lector de novelas.
"Que cómo y por qué me hice narrador? Es muy fácil para mi responder a esta pregunta: cuando abrí los ojos me encontré con un suplemento en colores en las manos con historias dibujadas de héroes imaginarios. A citar: El Fantasma, El Príncipe Valiente, El Llanero Solitario, Supermán, El Murciélago, etc. Bueno, quise yo hacer otro tanto y heme aquí cogiendo cursos por correspondencia de dibujos animados e historietas. En un arroyo veía yo una catarata. En una hormiga, un personaje que se dirigía a un castillo encantado, a un mundo desconocido y maravilloso. De una botella hacía yo un personaje que s batía contra otras tantas botellas más grandes y más duras que representaban el mal. En casa de mi tía Jacinta, en Carora, después una fiesta, dejaron una cantidad de botellas abandonadas en el patio y yo las fui quebrando en luchas desiguales entre ellas. En una piedra veia yo un talismán. Me metía debajo de un limonero donde soñaba a diario con ser amigo de Tarzán y rivalizaba en hazañas con su hijo Boy. Tenía yo celos de Boy por el aprecio de Tarzán".
Declaraciones del novelista Roberto Blanco, embajador de Venezuela en Bélgica para los años 1967-1968*. Se fue este último año, digo se regresó a la carrera por la hilera de "gracias" que cometió en menos que canta un gallo. A empezar (o como él dice "a citar"): se metió dos veces en la casa del consejero (cuando éste estaba en la embajada) con el propósito (según se rueda) de atacarle la mujer. La mujer del consejero (según ella misma le contó a la mujer del embajador Blanco quien se lo contó al coronel) salió corriendo para hablar con la misma señora del embajador y decirle que la estaban calumniando.
¡Cómo iba a ser posible! ¡El embajador era una persona muy seria y cómo iba a creerse eso de que se le metiera en la casa sabiendo como sabía que su marido no estaba en casa sino en la embajada cumpliendo con sus deberes!
Lloró mocos.
¿Cómo se supo?
Dicen que por el coronel que se lo oyó a la propia señora del embajador. Le dijo la señora del embajador al coronel:
-Siéntese ahí. ¿Qué opina usted de esto? Por ahí vino llorando la mujer de Gantón a decirme que no creyera que mi marido se le metía en la casa. Que la estaban calumniando. ¿Qué piensa usted?
-Yo no sé, señora (y que respondió el coronel, yo no me meto en eso. (El coronel contaba su cuento).
¿Podría contribuir todo esto a esclarecer la partida vertiginosa del embajador? Según unos, no; pero según otros, ésta no era más que una piedra en el rosario.
¿Que se dice que abusó con la esposa del secretario apurruñándola en una fiesta? Nada, porque según la señora del embajador era la mujer del secretario la que se le insinuaba. ¿Y de una sobrina del mismo embajador que vino a pasar un mes en casa de éste, de que el embajador se le metía en el cuarto y le agarraba los senos y las piernas? No se puede asegurar nada porque eso quien lo difundió fue el hijo del secretario como venganza por el abuso que el embajador quiso cometer con su madre.
¿Pero por qué piensa todo el mundo que la niña descansaba durante los días de trabajo porque se la pasaba en la Alianza Francesa y los días de fiesta (o los domingos) era una angustia porque tenía que pasarlos en casa? Suposiciones. Bueno, pero hay otra cosa: el coronel, que llevó al embajador a una casa de putas, dice que la puta que se quedó con el embajador le reclamó en estos términos:
-¿Por qué me llevó usted a ese hombre?
El coronel no supo qué responder; la puta no dijo más. La suposición del coronel (como ven, todo es una suposición) es que al embajador no se le para.
¡Para mayor gloria de Dios!

* Es necesario anotar aquí que el embajador Blanco, en sus años mozos, publicó una novela de 70 páginas"

"-Ya ve -dijo el taxista-, ese no puede decir nada. Ese encontró a su mujer en pleno engaño. No es como el otro, el que fue a buscar a la amante (una amante) al lugar donde trabajaba y le metió un balazo en la nuca por puras suposiciones.
-Así es- dijo el hombre que iba en el asiento de atrás.
-Es el destino -dijo el taxista-. ¿Usted se acuerda de un carro que cayó de la parte de arriba de la Avenida Libertador y escachapó a toda una familia que iba en otro carro por la parte de abajo y los mató a todos?
- No- dijo el hombre. No recuerdo nada. A ver, explíquese.
El taxista comprendió que su cliente iba borracho.
-Un carro- dijo el taxista-, un carro que cayó de arriba de un puente y le cayó a otro con toda una familia entera.
-Ah- dijo el hombre.
-Si señor. Como lo de anoche. ¿No sabe usted lo que pasó anoche?
-No- dijo el hombre. Yo soy periodista pero hay una cantidad de cosas de las que no estoy enterado.
-Anoche un carro militar tumbó la baranda de un puente y la baranda le cayó encima a un taxi. El taxista murió y el cliente, que iba atrás, resultó gravemente herido.
-No he leído nada- dijo el hombre que estaba sentado en el asiento trasero-. ¿Usted conoce a Esther Núñez?
-No, señor.
-¿No conoce usted a una concejal de Petare que se llama Esther Núñez?
- No señor. No la conozco. Yo no soy político.
-Siga derecho -dijo el hombre que iba sentado en el asiento de atrás-.No se pare. Siga. Yo le aviso.
-Si señor.
-Sí señor, ya lo creo. ¿Que haría usted si su amante le pone cuernos con el Presidente de la República?
el taxista se calló. Lo pensó. Después dijo:
-No sé. ¿Que haría usted?
-Yo la mataría.
Andrés Hurtado, periodista de treinta y ocho años, se recostó del asiento. Se adormiló. Cerró y abrió los ojos.
-Oiga, anoche un taxista mató a una mujer. ¿Qué dice usted de eso?
-Eso no es verdad. La mujer era una loca.
-¿Usted lo cree?
- Yo sí.
-Usted defiende a los de su clase.
-No. Yo estoy cansado de cargar locos en este carro...borrachos...gente despechada...gente adolorida...No creo lo que dice.
-Puede ser.
-Es verdad.
-¿Que opina usted de una puta?
-Lo mismo que usted. Este país es un puteísmo. ¿Es eso lo que quiere decir?
-No sé- titubeó Andres Hurtado-. Puede ser. ¿Así que no conoce usted a la concejal Esther Núñez?
-No. Para mí no hay política. Yo voto el día de las elecciones. Los otros días son nulos para mí. Yo si no trabajo no como.
-Déjeme en el Todo París.
-Todavía nos falta llegar.
-Déjeme en La Discoteca.
-La Discoteca la hemos pasado.
-Déjeme en cualquier parte. ¿No me puede dejar por aquí?
-Yo lo voy a llevar al Todo París
-Lléveme al Todo París.
***
-¿Qué hacemos con el negro ese?
-Ese negro no es culpable de nada.Para mí que patear a un muerto no es nada. ¿Qué puede sentir un muerto?
Los dos policías se bebían un café. La madrugada estaba llegando. Bebían café de un termo y miraban hacia el negro.
El negro había pasado la noche sentado en un banco. No había pegado los ojos y se le había oído exclamar que todo era una porquería. Llevaba dos días en la misma actitud.
-Yo al negro no lo encerraría-dijo uno de los policías-. Yo al negro lo dejaría ahí hasta que despertara. ¿Que dices tu?
-Yo no puedo opinar. ¿Pero a quien encerrarías tu?
-Al negro no. ¿Por qué?
-es difícil encerrar a alguien. sobre todo si ese alguien es casi como yo. O como tu.
-¿Te acuerdas de la mujer de anoche?
-Sí, claro.
-Esa mujer vino por aquí -dijo el hombre señalando el periódico-, y nadie dijo nada. Después se va y unos tipos ven que la golpean y la tiran por un puente. ¿Tu crees que el que manejaba el carro libre la lanzó por un puente?
-Yo no creo eso. Yo lo que creo es que la mujer estaba loca.
-¿Pero quién saca a ese hombre?
-Ponte tu a pensar.
-¿Quién lo saca a uno después que cae?
-Nadie.
-Aquí trabajaba Rufino y la prensa se pone a dar lecos: POLICIA VIOLA A NIÑA DE SIETE AÑOS Y DESPUÉS LA ASESINA DE DIECISIETE PUÑALADAS. ¿Qué haces tu?
-Nada.
-¿Qué coño voy a hacer?
-Y ahí esta Rufino.
-A ti te señalan y ya está. Sin embargo hay un putaje por ahí, con nombres y todo eso que se caen a golpes y no pasan ni un segundo en ese banco. ¿Por qué?
-Yo no sé. Hay un vagabundaje.
-Un vagabundaje. Eso es lo que yo digo. Y lo que dices tu. ¿Pero qué haces tú? Nada. La emprendes contra el negro. Y el negro lo que ha hecho es caerle a patadas a un cadáver. Entonces se encierra al negro. Y el otro no. No señor. Aquí el que esté jodido es uno.
-Yo no estoy jodido.
-¿Quién no está jodido? ¿Tu? ¿Entonces qué haces aquí? Vete por ahí de bonche y todo eso. Ve a ver si puedes.
-No lo puedo hacer.
-¿Ves? Pero al negro si lo van a joder.
-Claro.
-A alguien hay que joder."

Extracto del libro "La ciudad desnuda", año 1978. Páginas 25-30

Extracto de los apuntes de Argenis, presentes en el libro de José Sant Roz "Desesperación calificada":
(...)
"3) En miles de artículos he dicho que la literatura venezolana no existe, porque la literatura es una cuestión de solitarios y en Venezuela es una cuestión de grupitos.
4) El grupito es limitado y censor.
5) Solamente los realmente solitarios como Ramos Sucre, Teresa de la Parra, Gallegos, Pocaterra y uno que otro más han realizado una obra porque no se han dejado manipular por un partido o grupo.
6) Aquí los grupos han sido elitescos, obedientes a corrientes políticas, como Sardio, En Letra Roja y Tabla Redonda.
7) De allí salió uno que otro tipo que sabía escribir, pero ningún creador.
8) Sucre Figuerela es un buen crítico pero no es creador. Garmendia no ha creado un personaje. Lo mismo para Adriano González León.
Solo el que se apartó de esos grupos realizó una obra como en mi caso con Entre Las Breñas y 40 obras más, pero eso me costó que me cerraran las editoriales y que ni siquiera me dieran un trabajo para comer. En la actualidad soy un recogelatas.
Me he mantenido como nací: en la miseria y sin mendigar cargos o publicaciones. Publico cuando alguien tiene el valor de publicarme. Pero por eso he dejado de escribir.
9) A mis 63 años, en la peor miseria, he escrito seis novelas. He enviado algunas a esas editoriales de Caracas y no ven bien mi nombre; en seguida me rechazan los comunistas, que siempre han mandado en las letras venezolanas; ellos me han cercado por escribir Entre Las Breñas, lo único que se ha escrito en este siglo después de Doña Bárbara.
10) A Gabriel Giménez Eman lo botaron de todas partes por incluir tres relatos míos en la Biblioteca Ayacucho.
11) Me envidiarán, pero mi obra es imperecedera. Yo no me ocupo de los demás. Leo a grandes autores y escribo todos los días.
12) Claro, si pretendes ser el escritor más grande de tu país, no puedes ponerte a llorar o gemir. Lee y escribe para ti mismo. Si sufres ese no es asunto de nadie. Si has pasado miles de noche sin dormir y con ganas de ahorcarte la culpa no es ni siquiera tuya.
Ningún escritor se suicida por un ideal, por una mujer, porque se esté muriendo de hambre. Un escritor se suicida cuando comprende que no puede escribir como antes, como fue el caso de Hemingway. O como cuando deje de creer en lo que se hacía, como Pavese o Kleist. Si ya llegaste a eso no culpes a nadie y métete un tiro o lánzate de un edificio. Olvídate, no tienes salida."

[Extracto del libro Entre las Breñas, páginas 46-50]
(Esos zamuros volando allí, enormes, con sus alas negras, oteando el horizonte. Uno desciende y se acerca renqueando, con sus ojos como piedras, como si no mirara por ellos.)
...y veía como el zamuro se venía acercando, con sus alas negras, primero al sol y ahora en tierra, oteando el horizonte, el horizonte que era él echado en tierra...(Me dió aquí. El balazo me dio aquí)...sin poder moverse, escrutando las aves que iban amontonandose en tierra, cada vez más cerca, como si ya él se hubiera muerto y estuviera podrido. Y caía en un sopor que le hacía perder toda imagen o todo aliento de vida. y cuando despertaba (¿me habré muerto, que estoy como ido en un limbo de articulaciones cada vez más cerradas?) con el pensamiento puesto en quien sabe donde, o qué corredores de la infancia, en la penumbra de alguna casa antigua, cuando él era muchacho y veía sombras de abuelos, o padres, o tíos, o hermanos mayores...
(Esos zamuros volando allí cerca, cada vez más cerca, ahora en tierra, acercándose más y renqueando a mi alrededor, como si no fuera conmigo la cosa o creyendo que me van a engañar con eso. El tiro fue en un costado. Al principio pude mover el brazo y tantear el agujero con la mano. ¡Cómo me dieron! Yo nunca creí que a mi me dieran. Yo decía:
-De aquí vamos a salir todos vivos.
Y yo creía de verdad verdad que íbamos a salir todos vivos y en especial yo. yo creía que el único que en todo caso iba a quedar vivo era yo...)
...y fue en el primer encuentro. No tuvo ni siquiera tiempo de disparar. Lo sorprendieron con las manos ocupadas y el fusil terciado, agachando la cabeza para pasar un alambre.
-¡Alto!
Y se volvió por la impresión y el tiro en el costado. y cayó. Después le dispararon en el suelo y el no supo cómo no le pegaron más tiros ahí al descubierto. Y después todo fue una plomazón entre sus compañeros, que venían atrás y los Guardias, porque eran Guardias que estaban aguardando...
(De esto hace ya varias horas y no se de nadie. Primero habían estado esos zamuros en la lejanía y habían dado vueltas allá arriba y yo me estaba diciendo: Me van a ver y van a descender. Y cuando empezaron a descender, mientras daban vueltas, yo me decía: ¿Cómo se darán cuenta? A no ser por el ruido de los disparos, ¿cómo se darán cuenta?)
...en su imaginación, cuando iban en un carro hacia la base, cantando la canción de moda, el tucusito, él el mas alegre, dando muestras de despreocupación con el cuatro de un muchacho que sí sabía tocar de verdad, pero que no iba tocando nada.
-Por miedo- le decía él.
Y discutiendo en el restaurante cuando ese muchacho sí que comió y pidió de todo y él decía que no debían comer mucho porque tenían que acostumbrarse a comer poco porque allá no iba a haber mucha comida. Y el otro contestándole que lo que tenían que hacer era comer para tener reservas. Y el pensó para sí que el otro tenía razón, pero no quiso dar su brazo a torcer y explicó que lo mejor era acostumbrarse de una vez. (Después casi siempre pensaba que el otro tenía razón pero que no debía darle la razón porque él iba a ser el jefe y debía, desde ese momento, mandar y hacerse obedecer e imponerse...)
(El dolor. No siento ningún dolor. No sé como es esto. Yo pensaba que un balazo dolía. ¿Y por qué será que no me puedo mover? ¿Será peligroso un balazo en un costado?)
...que balazo, diciéndose, ¿qué balazo? Yo no he recibido ningún balazo. Yo estoy durmiendo sobre unos sacos en el mercado de mi pueblo, cuando me quedé esa noche estudiando para presentar un examen al otro día y llegue con sueño al mercado. Era un domingo y había bastante gente y yo me eche a dormir en esos sacos. No creo que nunca hubiera dormido mejor...pensando en mis compañeras, pero por sobre todas en la secretaria del Liceo...y yo me imaginaba que nos quedábamos un día solos...todo el mundo se iba...y entonces en el mismo piso...las tardes...las tardes en los rincones...
Cerró los ojos y perdióm el conocimiento, tirado en el suelo con una pierna sobre la cerca de alambres que se estaba cayendo con su peso. A su lado un tamborcillo de gasolina y un Fal, con la cacerina tirada por el suelo, y que evidentemente se había desprendido al caer el que lo llevaba. el hilo de sangre que salía por uno de los costados del hombre descendía hendiendo la tierra, dejando una endeble grieta: las hormigas invadían rápidamente las pequeñas grietas. Allí los bachacos mordían las manos del hombre y, arriba, en los árboles secos, se detenían zamuros, impasibles aves negras a la expectativa. Por tierra pasaban algunos que descendían de los árboles y renqueaban un poco alrededor. una brisa hacía oscilar la paja que, fuera de la pica, medía más de medio metro. de abajo salía el humo de un caney rodeado de cañas sembradas. el caney había sido abandonado esa mañana cuando los disparos. Sin duda alguna, el hombre que estaba tendido había caído en una emboscada. En varios metros a la redonda no se divisaban otros cadáveres, ni hombres, ni nada que supusiera otros hombres heridos. Lo que había sido por un momento un campo de batalla o una escaramuza era ahora todo quietud, excepto el chillido de los pájaros, o el chillido de los monos que volvíam de nuevo con aire asustadizo a posarse en las ramas para lanzar palos al hombre que estaba tendido con la pierna sobre los alambres de la cerca. A dos horas de la pica donde se encontraba el hombre, bajando normalmente, corría un río, pero desde esa altura no se oía el ruido de la corriente. Reinaba una tranquilidad absoluta y la mañana estaba desapareciendo para dar paso a un sofocante calor húmedo.

Desaparecido La Muga, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido convocó una reunión nacional urgente y asistieron todas las secciones del CES y los Independientes con el partido. Fue una reunión muy movida, presidida por el Presidente de la República, el Secretario General del Partido Popular, su Jefe de Organización y todos los delegados políticos, entre los que se contaba el Jefe de la Fracción parlamentaria, el Presidente del Senado y el doctor Feo, el joven gobernador de Nueva Esparta que había creado una organización llamada Jóvenes con el doctor Feo y, en fin, toda una cohorte de viejos militantes, ex guasineros y militantes que se enfrentaron contra el terror de la dictadura perezjimenista. El Secretario General del Partido, doctor Ivanecochea, hizo un resumen de lo trabajado por el partido hasta la muerte del candidato La Muga. Veladamente dijo que, por razones de ética moral, no pudieron aprovechar el entierro...más de lo que se aprovechó. Porque aquello resultó un acontecimiento de pronóstico y había vendedores de chicha por las calles y los vendedores de cotufas y perros calientes hicieron su agosto. Aparecieron camiones atestados de cerveza y mucha gente se emborrachó y lanzó las botellas por encima de los concurrentes. Hubo heridos y cantidad de mujeres asfixiadas que abandonaron los zapatos en la corredera. Se veía mucha gente herida y uno podía constatar la pasividad de la policía que dejaba hacer o que participaba en violaciones casi descaradas de jóvenes militantes del partido. Una de aquellas muchachas salió en volandas de un botiquín y gritaba que habían querido matarla. Estaba casi desnuda y la multitud, en cuanto la vio de ese modo, le cayó encima y comenzó a agarrarle los senos, a pellizcarle las nalgas y a tratar de meterle los dedos. Hubo carros incendiados y micrófonos que llamaban al orden. La viuda de La Muga iba llevada y traída por la multitud y a un colombiano que trató de meterse en un autobús por la fuerza le dieron un balazo en el pecho. La misma policía se aprovechó y asaltó varias tiendas y un tipo llamado el Monstruo de Guarenas abusó de una niña de cinco años que estranguló en un pasillo oscuro. Andaba su madre buscándola y rogando a dios y en esto un tipo le vino con la mala noticia. La gente batalló con el ejército y quiso entrar en el recinto del Congreso que era donde estaban expuestos los restos del candidato La Muga. La urna era muy larga y verdaderamente fúnebre y el rostro de La Muga estaba amoratado y de su boca aún desprendía saliva o baba. Por San Francisco hubo un tumulto porque un autobús arremetió la multitud y lincharon al chofer a quien llevaron a puño limpio hasta el puente que se sumerge en el estacionamiento del Centro Simón Bolívar. Había carreras y un oficial de la Guardia Nacional disparó contra una mujer que llevaba un ramo de flores. Eran las órdenes, pues en todo ramo de flores creían percibir bombas. Gritaron contra los socialcristianos acusándolos de la muerte de La Muga y allí gritaron que fueran y quemaran todas las casas de Copei. Salieron piquetes del Partido Popular a impedir más provocaciones y fueron rechazados por una turba de maleantes que saqueaban todo a su paso y toda la calle de Gradillas a Sociedad fue saqueada y reducida a escombros. Una muchacha que huía y se metió en un ascensor perdió las dos piernas. De allí la sacaron halándola a la fuerza y los muñones quedaron a la vista de la multitud que arrancó contra sus salvadores. A la salida del féretro, la gente hizo destrozos en la Plaza Bolívar, desnudaron a varias mujeres y pintaron consignas en la Catedral. COMUNISTAS ASESINOS. ESTO NO TIENE ARREGLO. REBELION. LA IMAGINACIÓN AL PODER. Venía un gentío de la provincia y los camiones se estacionaron en la Avenida Urdaneta paralizando todo el tránsito de la ciudad. La cosa o el espectáculo era retransmitido en cadena por las cuatro estaciones televisivas. Alguien hablaba y hablaba por un parlante y cuando anunciaron la llegada de CAP comenzaron los gritos de ¡CAP y Reelección, Reelección" Y la gente que así gritaba empujaba y procuraba arrancarle las carteras a las mujeres y atropellar a los hombres que las acompañaban. Había disparo y cuchilladas y unos que llegaron en un camión saltaron y metieron dos mujeres arriba y partieron con ellas. Más delante las lanzaron desnudas, aporreadas y completamente desfiguradas. El féretro, a todas estas, iba entre una fila de militares a caballo y un montón de civiles armados de ametralladoras. Había que reconquistar las masas, decía en este momento el doctor Ivanocochea. Y nada mejor para ello que recuperar el tiempo perdido lanzando a un hombre duro, a un hombre que hablara de energía y prometiera una fuerza capaz de acabar con todos los desmanes. Democracia con Energía, eso es lo que queremos, dijo. rescataremos las palabras del compañero presidente. Se asomaron algunos nombres y el doctor Feo oyó el suyo pronunciado por el joven gobernador de Margarita, aquel hombrecito barrigón y fornido acusado de apropiarse unas tierras y estar comprometido en el crimen del doctor Cardona. Como lo estamos todos, se dijo Feo. La gente enmudeció. Feo quedó a la espera. Su nombre vibro y murió cuando señalaron el de un desconocido.
Un tipo de la provincia anunció el nombre del compañero Piñerúa Ordaz. Y dijo por qué: No era ladrón, no había ocupado puestos para enriquecerse. Había sido gobernador de Monagas y de allí había salido con las manos limpias. El Partido necesitaba otra imagen. Piñerúa reunía todas esas cualidades. No tenía casa propia. Vivía de su sueldo de congresante y aún así cotizaba y su esposa, doña Berenice, era maestra, una mujer de trabajo y auténtica. Un ejemplo digno de abnegación y fidelidad.
La verdad fue que aquellas palabras calaron y la gente del Partido en pleno se puso de pie y gritó:
-¡Piñerúa, Piñerúa, Piñerúa!
Se levantó Piñerúa, un hombre de pequeña estatura que no sabía sonreír y dio las gracias. Golpeó la mesa y dijo:
-Si me eligen fundaré una escuela de cuadros del partido, que bastante falta nos hace.
El doctor Feo no podía aguantar su indignación. Se lo jugaba todo. Así que se levantó:
- Un autodidacta -dijo- no puede competir contra el candidato socialcristiano. El candidato socialcristiano es abogado, profesor de la Universidad Central, especialista en derecho constitucional, secretario general de la Internacional Socialcristiana, habla varios idiomas y también es pobre como el que más. Y yo digo una cosa: esta no es una campaña de pobreza y de virtud, sino una campaña política y gana el más osado, el más audaz, el que sepa llegar a esa chusma que destrozó, violó y asesinó durante los funerales del compañero La Muga.
La gente del partido se enardeció contra las palabras del doctor Feo y a modo de respuesta siguió gritando:
-¡Piñerúa, Piñerúa, Piñerúa!
El doctor Feo se sentó, se inclinó hacia el gobernador de Nueva Esparta y le susurró al oido:
-Estos carajos van a joderme de nuevo. Yo me margino.
-Yo hice lo que pude.
-Ya lo sé.
Y se levantó y se retiró en medio del silencio de los compañeros que lo veían pasar. La asamblea guardó silencio, el secretario general del partido tomó la palabra y remachó:
-Bien, hemos cumplido. El resto corresponde a una decisión del CEN.
Piñerúa se levantó de nuevo y fue ovacionado y recibió abrazos y llevado y traido y el joven gobernador de la Nueva Esparta le dijo:
-Los jóvenes están con usted.
Y más adelante gritó:
-¡Los jóvenes con Piñerúa!
-¡Esa es la fuerza que decide!
El partido tenía candidato. ¿De donde había salido Piñerúa? Un hombre desconocido, con una sonrisa forzada, estuvo de pie, recibiendo abrazos y aplausos.
-Qué vaina nos han echado -dijo CAP- ¿Qué se hizo Feo?
Belisario no sabía.
-Ahora tenemos que meterle toda la plata a Arias. Este Piñerúa nos va a joder a todos. Es peor que los socialcristianos. Seguro que es el hombre de Betancourt. Vámonos de esta vaina.
Nadie se dio cuenta de la salida del Presidente de la República, era tal la euforia que levantaba el nuevo candidato.

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